miércoles, 23 de febrero de 2011

La carta que Velázquez ha entregado a Imbroda mostrándole su disconformidad con su política y comunicándole que se da de baja del PP.

Después de 21 años de militancia en el Partido Popular de Melilla, me veo en la penosa obliga- ción de solicitar la baja del partido que usted actualmente preside. Las circunstancias que me han impulsado a tomar esta triste decisión para mí, son de sobra conocidas por usted. Tristeza que, supongo, también sintió usted al abandonar su proyecto localista de UPM.
Desde mi vuelta a Melilla, e incluso desde antes, su formación ha iniciado una campaña soterrada pero muy activa contra mi per- sona. Boicoteando, cuando no prohibiendo, cualquier actividad organizada por la Fundación a la que pertenezco. Llegando a la torpeza de que ningún miembro de su Gobierno acudiera a corresponder, aunque fuera de forma protocolaria, a la llegada a nuestra ciudad de un melillense universal como Fernando Arrabal, por la única razón de invitarlo Fedesme. Acción próxima a la mala educación.
Junto a este incomprensible, público y notorio boicot, se me han hecho llegar diversas amenazas que emanaban de su partido. Que variaban desde expulsarme de Melilla anulándome la Comisión de Servicios, atacando de forma directa a mi vida laboral y estabilidad profesional, hasta amenazar con publicar determinadas conversaciones privadas grabadas, al parecer, en el curso de un procedimiento judicial. Todo ello aderezado con comentarios pintorescos de miembros de su gobierno en las redes sociales, acusándome de las cosas más variopintas, cuando no de pretender marroquinizar Melilla, como llegó a aseverar su vicepresidente primero a un amigo común.
Se me ha tratado como a un enemigo hostil al que había que derribar y vetar, abortando cualquier aproximación al partido al que pertenezco desde que usted todavía andaba enredado en veleidades localistas y buscando imaginativas fórmulas de estabilización de la ciudad uniéndose a Coalición por Melilla y al Partido Socialista de Melilla y algunos tránsfugas para acabar con el Gobierno del Partido Popular, legítimamente respaldado en las urnas.
Ni siquiera han intentado oírme. Ni me han permitido explicarme. Se ha pretendido condenarme y ajusticiarme por difamaciones interesadas, divulgadas por canales endogámicos. Buscando un calculado, dirigido y predeterminado resultado interno, encaminado al desprestigio personal. Ni tan siquiera ha tenido la mínima corrección de atender las llamadas que le hice o responder a la carta que le envié. Estas son las razones de índole personal para abandonar el único partido al que he pertenecido desde el inicio de mi vida pública. Pero no son las únicas.
Tengo que expresarle mi profunda y total discrepancia con su forma de hacer política. Diferencias ideológicas importantes. Los decepcionantes Presupuestos de la Ciudad para 2011, muestran de forma palmaria como incumple las líneas programáticas propuestas por el Partido Popular a nivel nacional y enunciadas enfáticamente por su presidente Mariano Rajoy.
No ha trasladado al presupuesto ninguna de las cien propuestas incluidas en el Plan de Austeridad, enmarcado en el Plan de Reformas Urgentes frente a la crisis. Las medidas revelan una ambiciosa reacción del Partido Popular ante la crisis, y en particular, respecto de los gastos corrientes en las Administraciones Públicas.
Sin embargo, si examinamos el presupuesto presentado por el equipo de Gobierno de la Ciudad Autónoma para el año 2011, sólo cabe la perplejidad. Puesto que no se respeta ni una sola de las propuestas referidas. Es más, el Presupuesto bien parece una burla de ese Plan de Austeridad propuesto por el PP a nivel nacional. Es como si el presupuesto no hubiera sido formulado por un gobierno local de ese mismo signo, o propuesto por un partido antagonista, o impulsado por la frivolidad que seguramente propician algunas mayorías absolutas.
Lo cierto es que la apelación del PP nacional de que ahora es el momento de reaccionar y tomar medidas que nos apoyen a salir de esta situación cuanto antes, resulta caricaturizada por la propuesta presupuestaria del Gobierno local.
He dado toda mi vida política por el Partido Popular, por lo que representa y por su ideología. Toda mi acción política ha estado guiada por mi fidelidad a estas siglas y al interés de Melilla. Nunca conscientemente he emprendido ninguna acción que pudiera perjudicar a la formación en la que hasta hoy he militado.
Sigo creyendo que el ideario del PP es el que mejor puede afrontar los problemas de España y deseo fervientemente que Mariano Rajoy se convierta en el próximo presidente del Gobierno. Pero ello no es óbice para que siga convencido que la política que usted dirige se aleja totalmente de los enunciados de austeridad y libertad propugnados y defendidos por el presidente Rajoy.
En resumen, señor Imbroda, discrepo de usted en la forma de hacer política. En lo público y en lo personal. Y compartiendo con Enrique Mújica que la democracia no es el silencio, es la claridad con que se exponen los problemas, y la existencia de medios para resolverlos, creo que lo más honesto es desde otra instancia, defender las ideas en las que creo abierta y lealmente. Resulta mucho más ético y democrático discrepar políticamente, manifestándolo libremente, o incluso renunciando a unas siglas, que esconderse en una lista y después, de forma taimada, traicionar al partido con el que se concurre a unas elecciones, ejercitando o propiciando una de las acciones más perversas de la democracia: El transfuguismo.
Ignacio Velázquez Rivera